Las últimas dos semanas han significado para Sara cambios importantes en su vida.
Lo primero fue comenzar a dejar de usar pañal. Ya habíamos hecho varios intentos que no habían funcionado pero esta vez las cosas fueron diferentes. Ella misma sentía que ya había llegado la hora y comenzó a pedir la mica para hacer todas sus necesidades tal y como la pediatra lo pronosticó. Fue solo cuestión de días y ya estaba lista. Aquí todo el crédito hay que dárselo a la mamá que se puso en la tarea y con perseverancia lo consiguió.
Lo segundo que también ella misma pidió fue el retiro de la baranda en su cama. Normalmente dormía en su cama rodeada de barandas de madera para no caerse en la noche. Al fin y al cabo, solía dar varios giros de 360 grados en una sola noche. Uds se imaginan el cuadro, no? Obviamente, dormir sin las barandas significaba una caida segura. Así cuando se despertaba, ella nos llamaba para que la dejáramos bajar retirando la baranda. Pero llegó el momento en que pidió que no le colocaran más la baranda por la noche y eso hicimos. El miedo nuestro por supuesto era mayúsculo, pero aún así había que hacerlo. Se tomaron ciertas precauciones de rigor. Es decir, colchón al suelo y cojines al borde de la cama. Un poco de paranoia no estaba mal y la cosa funcionó muy bien. Ahora ella decide cuándo se levanta de la cama y si quiere ir a meterse entre las cobijas de los papás o si mejor se va a la cocina a pedir desayuno. Superpráctica la vaina.
En tercer lugar, el pasado fin de semana por primera vez durmió fuera de casa sin sus papás. Se
fue a dormir solita con su Abuela. Estaba feliz en esa nueva aventura. Durmió muy bien cuenta la Abuela. Se despertó tarde y se gozó la aventura. Al otro día en la mañana le pusieron música y bailó y brincó hasta el cansancio. Tanto que por la tarde cuando llegamos a recogerla estaba profundamente dormida haciendo siesta de lo rendida que estaba. Hay que decir que Sarita desde hace ya casi año y medio muy rara vez hace siesta.
Y por último, el martes 7 de Febrero del 2006 (fecha para grabarse) Sarita tuvo su primer día de colegio. A sus dos años y medio entró a Piquín y Cocol, el jardín infantil que queda al frente de nuestro conjunto. La pediatra no había recomendado ingresarla antes por que recién estaba nacido Esteban el hermano y Sara podía entender que el hermano llegaba y a ella la sacaban de la casa. Imposible saber si era o no cierto pero decidimos esperar. Igual llora un poco cuando la dejamos en el colegio pero se le pasa rápido. Cuenta la mamá que cada vez que la recoje está cansada de tanto brincar y correr. Y eso me encanta. Estoy convencido que un niño pequeño debe ir a un colegio a divertirse y a aprender, en ese orden. Ahora, si el aprendizaje es divertido, mucho mejor. Las dos fotos son de estos primeros días tomadas con un teléfono celular.
Muchos cambios en muy poco tiempo para la niña. Queda la inquietud de si los cambios son más difíciles para la niña o para nosotros. Yo creería más que es lo segundo. Somos nosotros los que cargamos un equipaje más pesado de temores y prevenciones. El hecho de que los cambios los haya recibido sin ningún traumatismo son un fuerte indicio de que esa teoría es acertada. Cómo nos enseñan nuestros hijos!!!
"Papito, muéstrame la imaginación de la rata." Puede quedar uno frío con una frase como esa cuando viene de su hija.
