sábado, septiembre 24, 2005

Cómo elegir colegio

¿Qué tipo de persona quiere formar? ¿Cómo es el niño? ¿Cuáles son sus aficiones? son preguntas que los padres deben hacerse en este proceso.

Por esta época es constante la pregunta ¿qué colegio me recomienda? (sobre todo para los que trabajamos en el tema de la educación). La razón tiene que ver con que los planteles de calendario B están comenzado su proceso de admisión y dentro de poco serán los de calendario A.

Para que los padres tengan más elementos al momento de hacer la selección, les damos cuatro consejos y los puntos clave de una norma de Icontec, expedida en 1999, que da orientaciones a directivas de colegios sobre cómo deben construirlos.

Los consejos
1. Piense qué tipo de persona quiere formar. ¿Una que tenga mayor énfasis en las humanidades o en ciencias? ¿Qué no se case con credos o, por el contrario, que tenga formación religiosa? Los colegios están claramente definidos en esos aspectos. Unos tienen fama de exigentes; otros, de flexibles.

Averigüe por los que más se asemejan a las características de su familia. Eso lo puede hacer con egresados, padres de familia, maestros y leyendo el Proyecto Educativo Institucional (PEI) y los manuales de convivencia. Esos documentos tienen consignada, de manera detallada, ese tipo de información. La mayoría la tiene publicada en sus páginas en Internet.

2. Ahora piense que el colegio es para el niño no para usted. ¿Cómo es él?: conversador, inquieto, sociable y extrovertido o disciplinado y poco sociable. El primero va mejor con un plantel de métodos pedagógicos alternativos; el segundo, en uno donde la disciplina es importante.

3. Indague por esos extras que usted desea. Los padres siempre quieren para su hijo una mejor formación de la que tuvieron, por eso esperan que les enseñen más sobre el manejo de computadores, Internet y, en general, las nuevas tecnologías; pero también que les enseñen a nadar, a interactuar con los demás e incluso a desarrollar esas competencias que se requieren en la vida laboral.

4. Haga cuentas. Desde el proceso de admisión hay que tener plata. Aunque la gran mayoría permite bajar el formulario de red, la inscripción cuesta entre 35 mil y 155 mil pesos, dependiendo del colegio. Después hay que disponer de una cantidad de dinero para pagar la matrícula que es el 10 por ciento del total de lo que cuesta el año escolar. Por ejemplo, si vale 7 millones de pesos, el 10 por ciento (700 mil pesos) correspondería a la matrícula y la cifra restante debe dividirse en diez meses que es lo que vale la pensión.

No es obligatorio pagar alimentación y transporte y mucho menos bono.

No olvide
Cerciórese de que el colegio que dice ser bilingüe lo sea. Estos dan la mayoría de las clases en un segundo idioma e incluso enseñan la cultura del otro país.

Fíjese en el calendario. No todos los colegios operan con el mismo año escolar. Los de calendario A comienzan los primeros días de enero y tienen en junio y diciembre vacaciones (largas a fin de año).

El B inicia a mediados de agosto. Los estudiantes salen a vacaciones a mediados de diciembre y entran a mediados de junio y las vacaciones largas son entre julio y agosto.

Finalmente, el calendario C da el mismo número de semanas de vacaciones a los estudiantes a mitad y a final de año y comienza en enero.

Pregunte por el proceso de admisión. Tenga presente que el tipo de calendario del plantel sirve para saber cómo es.

En el caso del calendario B, hay que comprar el formulario de inscripción con un año de anticipación. Por ejemplo, un niño que ingresará en agosto del 2006 tiene que adquirir su formulario en noviembre de este año.

Calcule la distancia del colegio a la casa para que los niños no tengan que recorrer largos trayectos.

Tenga en cuenta si el colegio deja muchas tareas que impidan a los pequeños tener tiempo libre para disfrutar con sus amigos y su familia, y si da espacio de diálogo entre los padres, los estudiantes y las directivas.

ÁNGELA CONSTANZA JEREZ Subeditora de Vida de Hoy

Fuentes: ‘Cómo elegir el colegio adecuado’ de Alejandra Gáfaro y Ximena Fidalgo; Ministerio de Educación, Elsa Castañeda, consultora de la Fundación Restrepo Barco; Víctor Manuel Gómez, director del Instituto de Investigación en Educación de la Nacional, y Francisco Cajiao, columnista de EL TIEMPO.

Efectos del ajedrez en los jóvenes

Manuel Nieto, magíster en Administración Deportiva y Entrenamiento de Louisville (E.U.), cuenta los resultados al enseñar este juego.

Cuando se me encomendó la misión en el 2000 de ponerme al frente del programa de ajedrez del colegio San Jorge de Inglaterra, de Bogotá, consulte, indagué y pensé por un buen tiempo qué rumbo tomar.

Entonces encontré en la obra Desarrollo del pensamiento crítico y creativo a través del ajedrez, de Robert Ferguson, doctor en educación de la Universidad de Pensylvania (E.U.), una luz que me sirvió de guía. El ajedrez debía ser algo más que un juego.

Desde entonces tenemos un verdadero laboratorio de ajedrez: un salón destinado a aprenderlo y jugarlo. He encontrado, en primer lugar, que a los niños les resulta sencillo, entretenido y útil el hecho de ejercitar su memoria visual, su lógica y su creatividad mediante la solución de ejercicios gráficos y juegos aplicados.

En segundo lugar, con las competencias deportivas (como actividad extracurricular) desde el primer grado, que desarrollan la competencia leal y la tolerancia. Los alumnos interesados participan de los entrenamientos y fogueos que definen los seleccionados del colegio a los torneos de la Uncoli (Unión de Colegios Internacionales) y Asocoldep (Asociación Colombiana de Educación Privada), eventos en los que el desempeño deportivo de nuestros estudiantes es muy sobresaliente.

En tercero, los Campamentos de Ajedrez (que buscan aprovechar sana y eficazmente el tiempo de vacaciones, únicos en su género en Latinoamérica) les han aportado a los estudiantes enseñanzas de otros niños y jóvenes que los han enriquecido enormemente.A nosotros nos ha servido este enfoque para convertirnos en líderes y abanderados de este juego ciencia a nivel colegial pero, sobre todo, para obtener mejores resultados en los niños: aprender a solucionar problemas matemáticos y comprender lectura.

Además, han incrementado su nivel de confianza en sí mismos y mejorado la planeación, organización metódica del estudio, capacidad de trabajar en silencio, ubicación más precisa del tiempo y del espacio, visión más objetiva de las propias capacidades, paciencia y memorización, entre otras muchas habilidades. También nos ha permitido tener relaciones con organizaciones en otros países.

www.geocities.com/magniajedrez, manuelguillermonieto@yahoo.com.

Envíenos una experiencia educativa que haya servido para su formación, acompañada de una foto suya a
conjer@eltiempo.com.co

sábado, septiembre 10, 2005

Enseñar a gastar y ahorrar

Eso es posible con paciencia y estrategias de acuerdo con la edad. Aquí están algunos consejos.
Cuando Sebastián (9 años) le rogó a su mamá que le comprara unas Total 90 (las zapatillas de moda que todos sus compañeros querían tener), ella no pensó en sus notas; le propuso un desafío: si él lograba reunir la mitad de la plata, ella aportaría el resto.

Aunque en rigor todo el dinero iba a salir de su bolsillo, Andrea Cornejo sabía que apostaba a una inversión rentable. Incentivándolo a ahorrar parte de la mesada, su hijo sería dueño de algo intangible, pero fundamental en su futuro: buenos hábitos en el manejo del dinero.

"En los países desarrollados la capacidad de ahorro es un valor, y esa habilidad para no despilfarrar hay que incorporarla desde pequeños", comenta Oriana Valverde, presidenta de la Asociación de Psicólogos Infanto Juveniles.

"Si le dices a un niño chico que no tienes plata, quizás te conteste que vayas al banco y pidas más; entonces, hay que hacer todo un trabajo para que comprenda que no es tan fácil como se ve, que el dinero no viene envuelto en una tarjeta de crédito ni se saca libremente de los cajeros automáticos", ejemplifica la psicóloga Cornejo.

En ese sentido, la asignación de una cantidad de dinero para que ellos utilicen a su antojo es un excelente modo de que tomen conciencia del valor de las cosas y de que a futuro se conviertan en consumidores responsables.

"La cultura light y los medios han generado precozmente más necesidades de las que un niño tiene, y es importante que él aprenda a identificar qué información le sirve y cuál no", comenta Valverde.

No plata a los pequeños
Como lo importante es que el aprendizaje sea progresivo, el asesor de finanzas Francisco Montaner propone un método, que le ha funcionado con sus hijos. "Soy de la teoría de que primero se les debe dar una plata semanal para que la gasten en lo que les parezca; después les entregas una mensual, más difícil de administrar, pero que los obliga a planificar sus gastos. Ya más grandes, la mesada puede ser con adelantos, cosa de que tengan noción de lo que es endeudarse", plantea.

Pese a que muchos papás están conscientes de los beneficios de este sistema, la mayoría tiene dudas respecto de cuál es la mejor edad para comenzar a darles dinero.

La respuesta de los especialistas es unánime: Los niños muy chicos confunden realidad con fantasía y no dominan los conceptos matemáticos, por lo que no es aconsejable pedirles que se hagan cargo de algo tan abstracto. Primero es necesario que por lo menos manejen la suma y la resta, y que sepan leer.

Si tienen menos de 8 años, lo ideal es buscar métodos alternativos y lúdicos que fomenten el ahorro, la solidaridad y la honradez, pero que les permita a los niños explorar el valor del dinero.
En esa tarea, el ejemplo de los adultos es definitivo. En la casa debe hablárseles del trabajo y estar al día con las cuentas.

EL MERCURIO (CHILE)